Una Carta Pastoral en Ocasión del 50mo Aniversario de la Marcha en Washington

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Una Carta Pastoral en Ocasión del 50mo Aniversario de la Marcha en Washington


In English: A Pastoral Letter Spurred by the 50th Anniversary of the March on Washington

Querido/as Bautistas Americano/as,

Prólogo: “Al escribir en honor a la conmemoración del 50mo Aniversario de la Marcha en Washington, reconozco los retos que nuestra sociedad y la iglesia aún enfrentan en asuntos raciales. Al escribir, es importante para mí el admito que lo hago desde mi contexto como un euro-descendiente que fue criado en la región segregada del sur estadounidense. Estas realidades han definido mi propia lucha con el asunto de raza como un asunto que, desde mi perspectiva, es espiritual y social. En mi propio caminar ha sido importante la epístola de Pablo a los Efesios, la cual describe una iglesia que sobrepasa las divisiones entre culturas de donde se encuentran como testimonio de la labor transformadora de Jesús en su comunidad de creyentes. Esta carta la provoca mi lucha con las normas culturales del sur (estadounidense) segregado, las cuales estaban muy presentes en mi vida, y en la vida de la iglesia también. Ha sido igualmente importante para mí la influencia de amigo/as afroamericano/as y de otros grupos étnicos lo/as cuales me han acompañado a través de esta jornada con gracia, reto y perdón. Estas perspectivas me han permitido nuevas perspectivas en la experiencia que ello/as han tenido en EE.UU., las cuales me han retado y me han ayudado a comprender la persistente naturaleza del racismo en nuestra cultura.”

Esta semana marca el 50mo aniversario de la Marcha en Washington donde el Dr. (Martin Luther) King proclamó su profecía “I Have a Dream” (Tengo un Sueño), la cual nos inspira hasta el día de hoy. Esta manifestación fue una de los más importantes acontecimientos del movimiento por los derechos civiles en EE.UU. Al conmemorar este momento en la historia, estoy agradecido porque a través de la lucha por los derechos civiles la presencia Bautista Americana estuvo activa e involucrada en el esfuerzo de crear una sociedad más justa y amante.

Muchos fueron animados por las nuevas posibilidades para los EE.UU. por el reto moral que trajo esta marcha, no sólo a la capital federal, sino a cada estadounidense. Cuando el Dr. King proclamó su sueño de un país donde “un día, en las colinas rojizas de Georgia, los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron dueños de esclavos puedan sentarse juntos a la mesa de la hermandad”, sus palabras encendieron mi imaginación con esperanza por el país y por la iglesia, siendo yo entonces un adolescente blanco de Georgia.

Las celebraciones de esta fecha muestran cuán lejos hemos llegado. Sin embargo, también muestran cuánto nos falta por conseguir la visión de la “comunidad amada”. Desde la Marcha en Washington se han logrado avances significativos. Estos logros han sido obtenidos a gran costo por el sacrificio que muchos han hecho por la visión del Dr. King. Hoy día es un afroamericano el que ocupa el puesto electivo más alto del país, una idea inimaginable, excepto en la lucha de muchos. Sin embargo, una reflexión seria reconocería que el sueño del Dr. King ha sido logrado sólo en parte. Debajo de toda señal exterior de progreso yacen capas de desconfianza y de ansiedad, y un cuestionamiento sobre cuán verdaderamente justo son nuestras instituciones para las personas de color. Estos son asuntos que rara vez atendemos en conversaciones unos con otros, y a través de las líneas de razas. Una conversación dentro de los grupos raciales – negros con negros, blancos con blancos, mulatos con mulatos y mestizos con mestizos – revelarán percepciones distintas de la “experiencia americana” 50 años después del sermón del Dr. King.

Aun recientemente, asesinato de Trayvon Martin y la exoneración de George Zimmerman sobre las bases de las leyes de “stand your ground” (defender tu posición) dramáticamente muestra la herida que aún supura por el estado de las relaciones raciales en el país.

Como abuelo de un niño de dos años que lleva consigo la tez azabache de la ascendencia africana de nuestra querida nueva, he sido confrontado con la tenaz presencia del racismo en el país en maneras nuevas. A todo lado que voy con mi nieto, todos expresan admiración por él – ¡y por supuesto! “¡Qué lindo!” “¡Qué precioso!” “¡Qué hermoso!” Pero tengo temor de cómo lo miren cuando cumpla 16 o 17 años, y esté caminando por un barrio que no sea donde él viva para visitar a alguna de sus amistades. Me preocupo por el en maneras en las cuales nunca me preocupé por mis dos hijos porque yo sé el poder  que tienen las presunciones y sospechas basados en el color de la piel, y que están profundamente enraizadas en nuestra cultura.

La “experiencia americana” depende mucho de la raza. Frecuentemente me encuentro pensando sobre una conversación que tuve con una amiga hace varios años. Estábamos hablando sobre nuestros hijos, como eran ya adolescentes, y como pronto estarían optando por el permiso de conducir, y como al conducir ellos, las primas de los seguros vehiculares se irían por el techo. La conversación se tornó seria cuando ella, una madre afroamericana, comenzó a hablar de los temores que ella tenía cuando a su hijo (no si a su hijo) lo detuvieran por estar conduciendo su Mercedes-Benz. Ella comenzó a recitarme – madre a padre – todas las precauciones y advertencias que ella le había dado a su hijo sobre cómo debería actuar para que no sea percibido como una amenaza. Yo nunca había pensado darle a mi hijo una advertencia, sino el consejo de que no ser irrespetuoso si lo detenían (no cuando lo detuvieran). Ahora con mi nieto, me pregunto qué debo decirle a él sobre los EE.UU. a 15 años de hoy. De la misma manera que hace 50 años añoraba un país que fuese libre de la mancha de la segregación, ahora quiero para mi nieto, y para todas nuestras hijas e hijos, un país libre de la mancha persistente del racismo.

Fue, precisamente, la postura anti-esclavista bautista americana, y el trabajo bautista americano en el sur estadounidense después de la Guerra Civil fundando escuelas y trabajando por los derecho de los afroamericanos libertos, y nuestro activismo durante el movimiento de derechos civiles, y el apoyo al Dr. King y a su familia, lo que motivo que muchos  de nosotros nos uniéramos a esta denominación. Yo quiero ser parte de una iglesia que vive Efesios 2:14, y sueña con ser la “comunidad amada” que el profeta Isaías proclamó cuando declaró, “mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. (Isaías 56:7c, RVC) Este es el llamado de la iglesia: ser una comunidad donde todos son unidos en el poder del amor redentor de Dios,  y viven en harmonía y unidad que activamente fluye de la vida de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El Consejo Ejecutivo Nacional de las Iglesias Bautistas Americanas (Louis Barbarin de MMBB, Virginia Holmstrom de las Mujeres Bautistas Americanas, Michaele Birdsall de las Sociedades Bautistas Americanas de Misión Nacional (ABHMS) en representación de Aidsand Wright-Riggins que está de sabática, Reid Trulson de los Ministerios Internacionales Bautistas Americanos, y yo como Secretario General) añoramos para las ABC el que nos convirtamos en esa comunidad, y que estemos en la vanguardia de los nuevos movimientos por la justicia racial. Creemos que es esencial para nuestra búsqueda de ser Transformados por el Espírito, el que las ABC se conviertan, en las palabras de Pablo, en una “nueva humanidad” donde las diferencias culturales y raciales sean recibidas y honradas como dones que reflejan la multiforme riqueza de Dios.

También creemos que la afirmación escritural de que Dios nos ha dado el ministerio de la reconciliación (II Cor. 5:18) nos reta y nos fortalece para tomar esta causa, no sólo en esta generación y en nuestras iglesias, sino igualmente a nuestra sociedad. A este fin, nos hemos propuesto dirigir a la comunidad bautista americana en una agenda constante que atienda los asuntos de raza en EE.UU. Las ABHMS tomarán un rol programático clave en este esfuerzo, pero todos nosotros estaremos ofreciendo liderazgo.

Invitamos a la familia bautista americana a participar de los conversatorios de que iniciarán las ABHMS en su página de facebook. También invitamos a las congregaciones bautistas americanas en entablar estas conversaciones, no sólo dentro de las congregaciones, sino con iglesias hermanas cuya membresía no se parezca a la propia. Estaremos identificando y distribuyendo recursos para ayudar al desarrollo de estas conversaciones y relaciones como hermanas y hermanos en Cristo.

En nuestro esfuerzo por un país que refleje el reino de Dios, el arrepentimiento será exigido. Escuchar con el corazón será requerido. Nuevo hábitos, actitudes y prácticas serán esenciales.

La presencia bautista americana fue una gran fuerza para el cambio en el movimiento de los derechos civiles. La presencia bautista americana puede ser una gran fuerza por la justicia hoy. Como las manos y los pies de Cristo, llevemos a cabo el mandamiento de Cristo de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos a través de nuestro trabajo por una sociedad que hace justicia y ama misericordia como una expresión de nuestro caminar humilde ante Dios y el prójimo.

En Cristo,
A. Roy Medley
Secretario General, Iglesias Bautistas Americanas, EE.UU.A.

 

The message above, written by ABCUSA General Secretary A. Roy Medley, was translated into Spanish by President of the ABCUSA Intercaucus Amaury Tañón-Santos.

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